La voz de la traductora se superpone a la algarabía del auditorio. El rostro de incredulidad del icónico Rubén Blades, al escuchar que su disco había sido laureado como Mejor Álbum del Año, acaparó titulares y redes sociales en todo el continente. La voz en off contaba que “trataron de recrear un sonido de hace tiempo, combinando nostalgia con presente y reversionándose incluso a ellos mismos”.
Al homenajeado le siguen dos caballeros de atuendo elegante y rostro juvenil. Uno sostiene sus mejillas con las manos, expresando su asombro o incredulidad, el otro le guía con una palmadita en la espalda, para acomodarse detrás del protagonista de la ocasión. Con dos pasos a la derecha, salen del enfoque, para reunirse con más personas que suben al escenario y se abrazan, como en el final de una película.
Ninguno parece apurado. Su prioridad es abrazarse, intercambiar sonrisas y contar cabezas: tienen que estar todos. En pleno discurso del agradecido laureado, tras su sombrero se observa el abrazo de dos personas sonrientes, productores del disco. Rubén expresa su gratitud a la orquesta, al equipo de producción, mezcla y máster, y al diseñador gráfico.
Las ceremonias de premiación tienen especial significado. El reconocimiento de tus pares complementa la aceptación del público, los logros alcanzados, o bien contribuyen a recorrer el camino a la inversa: un buen espaldarazo entre artistas puede girar el reflector, para permitirles a los todavía desconocidos el merecido espacio donde puedan brillar y ser admirados.
Por más éxito que un artista disfrute, rara vez esa aceptación redunda en el interés de sus fanáticos por el resto del equipo que hace posible una producción musical: ¿nos atreveríamos a afirmar que conocemos el nombre del productor de nuestras canciones favoritas? Si el artista en cuestión es solista, ¿Qué otros músicos ejecutaron el resto de los instrumentos? Todo el mundo conoce himnos musicales de distintos géneros, ¿Sabemos si el intérprete fue también el autor y compositor? ¿Quién realizó la masterización?
Las reproducciones en plataformas digitales suelen cercenar aún más el relato que los discos ofrecen. Aunque en todas las canciones hay un enlace a la información de cada obra, la mayoría de los consumidores no reparamos en esto. Hemos aprendido a dar por sentado el proceso de crear arte, el trabajo compartido que forja cada pieza. Probablemente conocemos más sobre directores de películas que sobre productores de música.

Bocinas y equipos creados y diseñados por Daniel Ovie. El ingeniero argentino fabrica gran parte de sus equipos. Créditos: sitio web de Daniel Ovie.
Artesano del sonido
La masterización consiste en afinar los detalles de una producción musical, para que esta pueda escucharse de manera óptima en distintas plataformas. En este proceso se modifica el volumen, se define el rango dinámico y frecuencias, se coloca saturación y se resalta la imagen estéreo, si es necesario. Es ese toque final, brillo que enamora nuestros oídos.
Una canción no cobra vida hasta ser masterizada. Exige el uso de equipos de alta calidad y un artífice con experiencia en moldear las siluetas de las ondas, para engendrar la mejor versión del trabajo de los compositores e intérpretes.
Ecualizando
Sentado en compañía de un mate desde su estudio en Buenos Aires, Daniel Ovie nos conversa con una sencillez encantadora la forma en que visualiza su trabajo.
MP: ¿Qué te motiva a realizar este trabajo?
DO: Siendo músico desde los once años (toca piano, tomó clases formales), me gusta la idea de trabajar en comunidad. Monté un estudio con un amigo y decidí trabajar con mis propios equipos desde 2003, cuando el estudio creció. Entre otros detalles, no tenía preamplificador profesional.
MP ¿Por qué decidiste dedicarte exclusivamente a masterización?
DO: Especializarme en mástering me ayudó a concentrarme en hacer mucho mejor una parte esencial del proceso. También pude disminuir la cantidad de equipo físico que necesitaba. El que mezcla se tiene que encargar de cada instrumento. El que masteriza ve el producto como un todo.
Con su parte del dinero del estudio, Daniel invirtió y armó sus propios equipos. Un trabajo de calidad con toque personal que, inevitablemente, atrajo la atención de quienes trabajaban con él y mostraron interés en adquirirlos. Por ser el creador y fabricante de dichos equipos, conoce su funcionamiento. La totalidad de lo que utiliza para trabajar es de diseño propio o modificado.
La mezcla define el sonido de la canción. La interpretación musical se puede comparar con el esqueleto de la pieza. La mezcla, con los músculos. El máster, con la piel. Lograr que cada proyecto se traduzca con la menor cantidad de cambios posibles entre distintos sistemas de audio, sin perder la esencia y rasgos propios de la pieza, exige un trabajo de dedicación y disciplina.
Lo recomendable es hacer un balance de volumen en todas las canciones de un disco. Si existen diferencias entre canciones, habrá que regular para que se escuche bien. Un solo ingeniero debe masterizar el disco entero.
“Me concentro en la panoramización del sonido, ofreciendo una experiencia 3D en el resultado final”.
Un buen máster no te arregla la mezcla, asegura Daniel. Te la pulirá para que obtengas el trabajo terminado original, que servirá de modelo a diversos formatos de reproducción.
La cadena de masterización del estudio de Daniel fue diseñada para lograr una mayor comunicación emocional. La mayoría de las herramientas fueron fabricadas a mano por Daniel, así como también el equipo de calidad modificado de otros fabricantes, en una evolución y motivación constante. Además, su estudio posee iluminación natural.
MP: ¿Cómo cambió tu trabajo luego de la experiencia de la premiación Grammy?
DO: La gente parece llegar sola a buscarme. Después de 2017 cerré mis redes sociales por un tiempo, no hace mucho volví a activarlas.
Al conversar sobre este tema, Daniel es claro con su punto de vista sobre la velocidad de trabajo a la que se someten los músicos en esta época de inmediatez.
DO: El que valora su propio arte, sabe lo que vale. Es importante aprovechar el tiempo, pero tampoco se trata de sacar la música por sacarla, para cumplir con tener algo nuevo solo por el hecho de tenerlo.
MP: Descríbeme un momento emocionante de tu carrera.
DO: cuando viajé a Las Vegas para la ceremonia de premiación Latin GRAMMY 2017 con el equipo que trabajó en Salsa Big Band, de Rubén Blades. Este disco era una publicación independiente y ganó Álbum del Año. Poder subir al escenario del MGM Grand Garden Arena dos días después de bajarme del avión fue muy emocionante. Competíamos con producciones de artistas muy reconocidos.
MP: ¿Cómo ves el panorama musical actual?
DO: Está raro el mundo en ese sentido. Como si fuera una película de acción que no termina. Rápido y furioso siempre. Hay una gran cantidad y diversidad de sonidos.
MP: ¿Te tiene que gustar lo que masterizas?
DO: Para trabajar, trato de encontrar lo que conectó al artista para hacer esa obra y así ponerme en su lugar; todos los temas son distintos. Hace poco trabajé con Lisandro Aristimuño, conectamos bien y a Lisandro le gustó mi trabajo, incluso más que el resultado de un trabajo que le hicieron en Estados Unidos. Trabajando con él me di cuenta de que hasta compartimos gustos musicales.
MP: ¿Qué clase de música te gusta?
DO: Soy de gustos variados, tengo mis épocas. Me gusta cuando la música suena bien y tiene algo que decir.
Como verdadero artista, Daniel se yergue en los hombros de quienes admira. Ingenieros cuyos trabajos le inspiran, tales como Tchad Blake y Stephen Marcussen, entre otros.
DO: Luego de empezar a viajar en 2017, conocí a varios ingenieros. Escuchar los discos en el lugar donde fueron masterizados es una experiencia que me encantó.
MP: ¿Qué aspecto de tu trabajo les cuesta entender a algunos músicos?
DO: Que el trabajo del ingeniero de máster no debe cambiar el audio, sino potenciar lo que ya se hizo.
Conversar con Daniel fue impresionante, no solo porque se trata de un artista cuyo nombre es recurrente en las listas de créditos de músicos panameños, sino porque se mostró en su más genuina versión: en cada explicación que nos daba, agitó sus brazos y dibujó a su alrededor las partituras a las que da el toque final. Cinético y accesible, es la antítesis de los genios perturbados y sombríos: sus palabras brillan, sus gestos suenan. Incluso repasando las tomas del video de esa noche en Las Vegas, la actitud que nos mostró es congruente con la que tenía en ese importante escenario.
Consejos de Daniel Ovie para artistas:
- Haz que tu trabajo hable por vos. Yo antes no tenía redes hace tiempo y nada me impidió trabajar con un artista como Rubén y los demás con los que he colaborado, todo fue por recomendaciones de mi trabajo.
- Confía en lo que haces. Puedes estar equivocado en algunos aspectos, pero con la firmeza de saber adónde quieres llegar. Si tienes confianza, lo que falta alguien te lo enseñará, y todo se va dando. Ten fe en ti mismo.