La noticia fue un sobresalto inesperado; después de una lesión en la mano, tendría que ser sometido a una intervención quirúrgica. Como si 2020 no hubiese dado suficientes malos ratos a todo el que se vio obligado a alejarse de los escenarios, el viaje a Coyoacán, Ciudad de México, programado para junio de 2021, era una oportunidad que Sebastián Coloma no estaba dispuesto a dejar pasar. Con perseverancia, adaptó su ejecución a sus nuevas circunstancias de movilidad fina logrando, justo a tiempo, el objetivo de estar en condición de presentarse.
El viaje fue un éxito. Sebastián compartió tarima con otros artistas mexicanos. Un reto cumplido para este joven cantautor nacido en 1994 en Caracas, Venezuela, cuyo estilo musical fusiona ritmos caribeños, folclore y sonidos latinoamericano, con visos juveniles. Su experiencia como ciudadano del mundo explica lo ecléctico de su estilo.
En sus propias palabras, Sebastián ha afirmado que “la música me ayudó a lidiar con ser de muchos lugares, pero no pertenecer a ningún lado”.
Aunque original de Venezuela, sus padres son peruanos, razón por la cual conoció dicho país durante su infancia, para luego establecerse junto a su familia en Panamá. Años después, viajó a Nueva York a cursar sus estudios universitarios de Tecnología Musical. No es de extrañar que entre los artistas que influyeron en su música estén Natalia Lafourcade (México), Jorge Drexler (Uruguay) y Andrés Calamaro (Argentina), además de la riqueza de sonidos latinoamericanos que se amalgaman en sus canciones.
La música de Sebastián Coloma es apropiada para oídos impacientes. Escucho su repertorio y me percato de que posee además una destreza admirable para las letras, y las ilustraciones que adornan las portadillas de los sencillos y de su disco EP Al Compás son impecables. Tanto su simpatía en redes sociales como el atractivo de sus videos musicales invitan a conocer su obra y su inspiración. A sus veintisiete años, el músico parece entender mejor que muchos de sus contemporáneos, la importancia de manejar un producto presentable, tanto en lo visual como en lo musical, una exigencia que todo artista que pretenda ganarse un nuevo público necesita tomar en serio.
Sebastián no es ajeno a la escena internacional. Participó en el festival Polar Nights en Nueva York y en 2020 fue parte del repertorio de artistas que engalanaron el Musicalion en Panamá. A su corta edad ya ha trabajado con reconocidos artistas de Panamá, y sus producciones cuentan con el talento en conjunto de veteranos músicos y productores.
“La música para mí siempre ha sido un salvavidas. Me ha ayudado a entender partes de mí que nunca fui capaz de describir con palabras. Y fue a través de la música que conecté con mis raíces, con mi identidad como artista latinoamericano, ciudadano del mundo”
Sebastián Coloma
En 2020, Sebastián realizó un crowdfunding con el objetivo de financiar la producción de su disco Barrio de Canciones. Con dicha iniciativa, logró recaudar una parte de los fondos y conectar a nuevos fanáticos.
Es difícil ponerles precio a los sueños. Ya sea lanzar un disco, organizar una exposición o publicar un libro, el artista publica para ser recordado, para que su obra le sobreviva. En particular, el sueño de inmortalizar el arte es costoso. Empatizo con sus ganas de concretar su meta y siento pena por no haberlo contactado con anticipación. La pandemia fue el cubo de Rubik de los sueños incompletos. Incontables iniciativas artísticas naufragaron. Fue una brisa de esperanza la lista de lanzamientos y proyectos que vieron la luz.
Por el espíritu impecable, optimista y enfocado de exponentes de la música como Sebastián Coloma, existen artistas de otras disciplinas que, inspirados en esos ejemplos, renuevan sus energías. Si los músicos no callan ante una hecatombe pandémica, nadie tiene excusa para dejar de crear. Se pueden tal vez trazar dibujos en la intimidad del hogar, escribir es el más solitario de los ejercicios creativos, pero la música solo existe cuando las cuerdas, metales o cuero perturban el cómodo silencio de la mansedumbre.
Créditos de fotografías: Tito Herrera.